Turismo Religioso en Mercedes

Turismo Religioso en Mercedes, Corrientes


Gauchito Gil - Imagen: Corrientes.com.arGauchito Gil
El Gauchito Gil
Anualmente, los días 8 de enero, miles de devotos se acecan a Mercedes, Corrientes, para venerar al Gaucho Antonio Gil.

A unos 6 Kilómetros al norte de la ciudad de Mercedes, sobre la ruta provincial 123, se sacuden al viento las banderas rojas que señalan el lugar donde se cree, descansan los restos del gaucho.

En Mercedes, Corrientes, la creencia en Antonio Gil se festeja durante cada fin de semana del año, cuando el baile en su memoria se lleva a cabo.

Los vecinos de Mercedes y del resto de la provincia sostienen que el gaucho se convirtió en un ascesor de Dios, y que es esa la razón por la cual intersede a cambio de bendiciones y pedidos.

La Iglesia Católica respeta esta creencia, y en las últimas celebraciones, sacerdotes de diferentes localidades correntinas han auspiciado misas y rezos en su memoria.

En el santuario de Mercedes, Corrientes y del resto del país, sus seguidores dejan ofrendas de todo tipo, adornando su imagen con cintas y lienzos rojos.

Gauchito Gil - Imagen: Corrientes.com.arGauchito Gil
Su historia
Según cuenta la leyenda, Antonio Gil Núñez, nació alrededor del año 1847, en la zona que hoy se conoce como Mercedes, provincia de Corrientes.

Por aquellos tiempos, eran frecuentes los enfrentamientos armados entre federales y unitarios. Se dice que Antonio Gil se negó a ser parte del ejército, conociendo que esta desobediencia lo destinaba a la muerte.

Desde entonces, la policía salió a su encuentro, con la orden de detenerlo y enviarlo a Goya, para ser juzgado. Era usual asesinar al detenido durante el recorrido, afirmando que el reo moría luego de un intento de fuga.

El 8 de enero de 1868, mientras Gil era trasladado, los soldados lo ataron de los pies y lo colgaron de un árbol cabeza abajo.

La leyenda cuenta que el Gauchito dijo al soldado antes de morir que la orden de su perdón estaba en camino, que no le quitara la vida. Al ser ignorado, Antonio Gil le hace saber al uniformado que su hijo se estaba muriendo de una enfermedad terminal, y que lo invoque para que pueda interceder ante Dios por la vida del niño.

Días después, el soldado volvió a su casa, y allí su esposa le anunció que su único hijo estaba muy enfermo. En ese momento recordó las palabras del Gauchito Gil y arrepentido le construyó una cruz en madera de ñandubay.

Regresó al lugar del homicidio, enterró el cuerpo y rogó al Gauchito por la salud del pequeño, al que milagrosamente encontró sano al volver a su casa.





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